El evangelio, como su mismo nombre indica, es siempre una «buena noticia». Y si eso es así -y lo es- cada vez que lo leemos o lo escuchamos, la primera pregunta que nos hemos de hacer es dónde está la buena noticia de hoy, o en qué puede consistir la buena noticia de lo que hoy leo o escucho. ¿Dónde está, pues, la buena noticia en el evangelio de este domingo? A mi entender ésta es clara: «No tengáis miedo». Cuando Dios se propone a alguien en la Biblia, siempre entra en su casa con esta palabra en la boca: «Paz, no tengas miedo». Dios se presenta como nuestro valedor, como nuestro abogado defensor. Pero hemos de entenderlo bien. No se presenta como el mago que suprime las dificultades o soluciona de un golpe los problemas. Ni se presenta como aquél que tiene comportamientos distintos con los buenos y los malos, con los justos y los injustos. No es eso. Dios no es un mago, ni es parcial protegiendo a uno y arruinando al otro. El evangelio nos asegura que Dios está de nuestra parte siempre y en cualquier circunstancia. También lo está en las pruebas más difíciles y en los sufrimientos más injustos. Y es justamente en medio de esas situaciones cuando hemos de saber escuchar la buena noticia de Dios: «¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. » Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.» Necesitamos que las cosas nos salgan bien siempre, pero cuando realmente importa de verdad que salgan bien es al final. Ahí está Dios. No nos va a suprimir de golpe dificultades y sufrimientos que nos traigan la vida y los demás en el ejercicio de su libertad. Pero nos garantiza que nunca somos arrebatados de su mano, y que la última palabra la tiene él. Y que la última palabra es de vida, de victoria, de alegría. Lucharemos con todas nuestras fuerzas por implantar con Jesús de Nazaret el Reino de Dios, lucharemos por nuestra felicidad y la de todos los hombres. Haremos cuanto esté en nuestras manos en favor de la justicia y de la paz. Y, tanto cuando las cosas nos salgan bien como cuando encontramos oposición, dificultad y noche oscura, hemos de saber que Dios está de nuestra parte. Como lo estuvo con Jesús antes, durante y después de su cruz. Así que «no tengáis miedo».
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